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jueves, noviembre 08, 2007

“¿Arriesgando la Vida?”

“Una hormiga sigue trabajando aun cuando un gigante pase a su lado”

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No sé por qué llegué acá. Estaba asombrado por lo sucedido pero nunca pensé que me iba a embargar el temor tanto así para estar hoy escondido en este lugar. Desde aquí no siento frío ni calor, las noches no son tan gélidas y los días no me abruman con su calor. Y así desperté hoy día en esta alejada cueva. De pronto me levanté y apoyé con fuerza mi mano derecha en la pared, tanto así que se desprendió un trozo de tierra y de un momento a otro, una considerable cantidad de diminutos seres caminaban rápidamente con sus “mochilas” a cuestas para ir en busca de un nuevo hogar.
Es así como vi que todo el hormiguero se vaciaba y en un par de minutos casi todo era soledad, pero me llamó la atención que una hormiga se quedó un tiempo más aprovisionando una gran cantidad de aquellas “mochilas” en su diminuta espalda y se mantuvo así hasta esperar el momento exacto para caminar, casi como esperando mágicamente de un momento a otro una señal.

De pronto la cueva se oscureció. Alguien de humana estatura hizo ingreso por la entrada de la cueva. Su rostro reflejaba miedo, quizás cansancio de tanto huir y un dejo de desesperación al caminar. Se sentó en la entrada apoyándose en un costado de la cueva, de paso bajó la mirada como buscando alguna explicación, mientras su mano izquierda vanamente se entretenía lanzando pequeñas piedras. En el intertanto la hormiga se levantó y se dirigió con rumbo veloz a la salida, tanto así que llamó la atención del Elías Fugitivo, quien miró preguntándole a viva voz a la hormiga:
- ¿Dónde crees que vas? – Preguntó Elías - ¿No ves que hay gigantes afuera y puedes morir de una pisada?
- ¿Qué acaso no vez la pesada carga que llevo? – Respondió la hormiga - ¿No sabes lo que eso significa? Tengo que cruzar ese campo a como dé lugar, pues debo ir a mi morada para alimentar a mi familia
- Pero… ¿No temes morir? – Preguntó un desconcertado Elías.
- Yo a lo único que le temo es a no vivir dignamente y a no cumplir la misión que se me encargó en esta franja de tierra – Contestó una inspirada hormiga – Además, si muero, al menos mi familia sabrá que lo di todo por ellos. Si viviera pensando en que alguna vez terminará esta incesante lucha de gigantes y que sólo así podré cruzar libremente por esta tierra sin peligro de morir… amigo, sin duda puede ser demasiado tarde…
- Tienes razón – Interrumpió Elías – sin embargo esperemos un poco…
- Bueno pero tampoco será demasiado – Replicó la hormiga – porque no hay tiempo que perder.

Después de unos instantes de silencio donde la hormiga revisaba las amarras de su mochila, ésta alzó la voz y le preguntó sabiamente a Elías:
- ¿Qué haces? - Preguntó
- Miro la batalla y lo grande que son los gigantes negros – respondió un cansado Elías.
- No pierdas el tiempo – dijo una relajada hormiga – mira el cielo y lo inconmensurable que éste es. ¿Hay algo más alto que el cielo? De seguro que el líder de los gigantes blancos que vemos pelear con tanto poder y autoridad estará de nuestro lado… o sino ¿Cómo te explicas que yo esté con vida hasta hoy? ¿Cómo te explicas tú que después de haber obtenido una gran victoria, hayas huido hasta acá por miedo a morir y aun te encuentres con vida? ¡Vamos! No hay tiempo que perder, hay que cruzar este campo, a como de lugar, a riesgo de perder la vida.

Ante tal argumento, Elías se levantó, alzó su mirada, miró sonriendo a la hormiga y ambos comenzaron a cruzar valientemente por aquel campo, en medio de la lucha de gigantes blancos y negros.


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