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sábado, marzo 29, 2008

“Lago Esperanza” (4)

"El segundo mágico encuentro de los pequeños con Abisay, su escudero"
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Y antes de tomar la ruta por donde se fueron estos seres indeseados, Abisay, su escudero le señaló a los pequeños lo siguiente: “Sigan corriendo, yo los perseguiré y los cansaré hasta derrotarlos”. Y acto seguido les lanzó un añoso papel que recogió Miguel…

Y así Abisay comenzó la persecución de estos desagradables habitantes. Cuando éste ya estaba lejos y los niños ya lo perdían de vista, Miguel se acordó del papel lanzado por su escudero y lo desenvolvió. Al mirarlo se encontraron con la sorpresa de que era un mapa. Quizás a ustedes estimados lectores les parezca un tanto normal tener ante su vista un mapa pero lo que significaba para estos pequeños era algo increíble. Después de caminar solos un tiempo por el desierto y ahora por un próspero bosque, el hecho de que un guerrero les haya salvado la vida y que además les dé la guía necesaria y perfecta para seguir, era para quedarse sin palabras. El mapa además contenía la siguiente reseña en el comienzo: “Este camino los conducirá por la ruta exacta por la cual tienen que transitar para estar a un paso de llegar a su destino final…”.

De este modo continuaron confiados la travesía. Y se juramentaron que la mejor paga para Abisay era avanzar lo más rápido para llegar al final. Es por esto que las paradas y los momentos de relajo fueron acordados por ambos y cada uno ayudaba en la búsqueda de comida y en leña para una que otra fogata. Y así pasaron toda la noche caminando por el oscuro pero frondoso bosque a la luz de luna llena. Caminaron como unos pequeños confiados, con el alma de soñadores y con el corazón puesto en la alegría de llegar a encontrarse con la amada de su Padre. (Cabe destacar que los regalos estaban en perfectas condiciones. El perfume y la carta de amor).

Todo iba de maravillas al comenzar la mañana. En el cielo cada vez se agigantaba un esplendoroso sol; las nubes poco a poco se disipaban; y el canto de las aves aparecía al paso de estos aventureros como un incentivo y una alegría. El júbilo se acrecentaba cuando al pasar el último pino se encontraron con un lago que gozaba de una generosa vida. Uno que otro pato dio un singular canto de bienvenida pero algo no calzaba en toda esta historia. No sabría decirles si fue temor o la sabiduría de cerciorarse de todos los detalles de la vida. Quizás pensándolo bien fue esto último porque al ver a un tipo de mediana estatura pescar en medio de la inmensidad del lago se animaron a preguntarle lo siguiente:
- ¿Abisay eres tú? – Preguntó Miguel con voz segura – si eres nuestro escudero dinos la frase que nos dijiste anoche en el bosque.
- “Sigan corriendo… - contestó con un tono de alegría - ¿debo de continuar? Espérenme en la orilla que les tengo varias sorpresas.

Al estar próximo a la orilla, Abisay saltó del bote no importándole que pudiera mojarse, corrió al encuentro con los niños y les dio un abrazo que difícilmente podrían olvidan. Les señaló que el estaba a sus órdenes y que era momento de descansar. Es por esto que les preparó lo obtenido de la pesca y les improvisó dos camas en su también improvisada carpa.

Después de terminada la siesta, Abisay se adelantó y espero a los niños en el bote para continuar ahora por agua la penúltima parte de esta alucinante travesía. Al estar reunidos los tres en el bote les explicó en que consistía esta parte de la aventura y les terminó diciendo lo siguiente: “Piensen mientras viajamos en todas las cosas que le hacen falta a este lugar. Si le hace falta vida, verdes hojas, pájaros, gente amable, frutos que alimenten a la ciudad, etc. Eso si les pediré dos cosas. La primera que lo digan en voz alta. La segunda que lo pidan como si su Padre los estuviera escuchando. Y por último les pediré que se mantengan todo el viaje despiertos, con los ojos bien atentos para así ver con claridad lo que es conveniente para este lugar”. Y viajando por el lago continuaron toda la tarde y la noche de ese día…

Continuará…
(4) Es la cuarta parte de la historia
La próxima semana la quinta parte y final.

sábado, marzo 22, 2008

¿Amigos?

"Antes de proseguir con las historias de semanas anteriores me permitiré hacer una pausa en esta semana. Los dejó con el escrito ¿Amigos?"
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Un amigo. ¿Cuántos significados hay en esta pequeña palabra? ¿Cuántas vivencias, anécdotas, risas? Y así podríamos pasar horas escribiendo significados tanto explícitos como implícitos. Cuando el conocimiento es tal entre los amigos, no hay necesidad de palabras, un solo gesto, una sola mirada basta para sentenciar con el silencio de los ojos lo que se pretende comunicar.
Pero no creo que un día al caminar por la calle, saludes a alguien de la nada y mas aun lo abraces y le digas te quiero. Algunos de nosotros quizás ha hecho lo primero pero ¿lo segundo? No lo creo, es poco probable. Entonces está más que claro que una relación de amistad no es unir a dos personas para que compartan juntos sus vidas. Si uno de ellos no quiere conversar, por más que la otra persona quiera entablar alguna conversación, todo esfuerzo sin duda será en vano. A mi me ha sucedido eso y quizás a cuantos millones más les ha pasado lo mismo que les intento relatar.
Siempre tuve a un perfecto desconocido que intentaba conversar conmigo, es más quería ser mi amigo. En realidad no recuerdo muy bien como comenzó todo esto, pero creo que echando a volar mi imaginación todas estas cosas sucedían en el diario vivir. Al solo verme me hacía señas, me sonreía, quizás cuántos chistes me contó y ni siquiera uno solo de ellos le atendí. Quizás cuantos abrazos desperdicié o cuantas horas de conversación perdidas no las aproveche. Ahora que me imagino todo esto suena como a una gran pérdida. Sin embargo solo te das cuenta de esto cuando lo conoces, porque si no lo quieres conocer nunca sabrás donde podrás llegar con Él, nunca podrás experimentar esa grata compañía de estar a su lado sin necesidad de hablar, tan sólo escuchando el nítido sonido del silencio, del viento, del mar y quizás de cuanta ave loca volando al pasar. Mi amigo me ha enseñado a pensar, a observar la ciudad, a ver con otros ojos a las personas que no conozco, incluso a ustedes mis anónimos lectores que no se sabe cómo ni cuando llegarán a leer estas palabras o la de los escritos anteriores. ¡Vivir con este amigo es vida! ¿No me lo creen? Traigan a su memoria a su mejor amigo/a, no es divertido compartir, sin duda es necesario reir, llorar, contar tus penas y alegrías, tus mas grandes victorias y por qué no también tus miedos. Un amigo sin duda es una invitación a volar, a llegar más lejos, a trascender en esta vida, un aliado de batallas. Hay muchos epítetos más que podría agregar pero que ahora no me vienen a la mente, quizás tu me ayudes a contarlos si te animas.
Para ti y para mí este amigo puede tener demasiados adjetivos y puede tener diferentes significados porque cada uno de nosotros fue creado diferente, con talentos, con caracteres incluso en algunos casos totalmente opuestos. Pero vamos concluyendo. Si alguien toca a tu puerta ahora, en este instante y dijera que quisiera ser tu amigo, de buenas a primeras ¿que le responderías? ¿Te animarías a decir: si? Si te digo que aquel personaje te quiere entregar todo su amor, cariño y perdón, ¿Lo pensarías? Quizás suene un tanto extravagante o medio irreal. Pero es cierto. Hay alguien que siempre ha anhelado buscarte, no por piedad, sino que por amor, no para juicio, sino que para perdón; no para aburrirte, sino que para pasar tardes, mañanas y noches entretenidas contigo; hay alguien que ronda y hace lo imposible para estar contigo. ¿Crees que no es posible? ¿Por qué no? ¿Suena a un cuento mágico? ¿Por qué todo lo mágico en esta vida no puede ser real? Al menos yo te aseguro que esto sin duda es real o sino no estaría escribiendo esto. Si te digo que ese amigo incansable murió en una cruz, ¿lo creerías? ¿Qué murió por tus pecados? Bueno también puedes decir que murió por tus errores. Quizás suene muy loco, pero es real. Puedes darte un respiro, puedes pensar, puedes mirar a todos los lados. No pienses que después de todo esto aparecerá el conductor de televisión que te dirá que esto es una cámara indiscreta. Más bien, siempre hay alguien que te dice que esto no es real, que esto es una gran mentira y que mejor que sigas tal cual como estás. Pero vamos, animate a abrazar a este amigo, a este genio llamado Jesús, al ser más creativo de la historia, al más humilde, al incansable restaurador de corazones, al más chistoso de todos, al que da los abrazos mas tiernos que pueden existir, etc.
Te invito a abrazarlo, a aceptarlo, a pasar una eternidad con este Amigo, a compartir todo lo que te resta de vida.

créditos:
fotografía: http://www.flickr.com/photos/joyrex/1374573642/
arreglo de la fotografía: cata lara


miércoles, marzo 12, 2008

"En Medio de la Travesía" (3)

"Sigan corriendo, yo los perseguiré y los cansaré hasta derrotarlos"
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Despertar sin duda es un regalo del cielo. Pero para estos pequeños era más que esto. Abrir los ojos, ver el sol radiante de la mañana y que la brisa refrescara sus cuerpos era algo impagable. Se levantaron como quien ha tenido una noche placentera. Se miraron y cada uno ayudó a desarmar la improvisada habitación. Al terminar comieron una que otra fruta, un pan que aun conservaba su frescura y un jugo de manzana que les había preparado su Padre. Un rato de juego, unos minutos de risas, ambos se miraron y señalaron a la vez que ya era necesario partir. Ordenaron su equipaje pero éste ya nos les cabía en sus mochilas. Intentaron una y otra vez pero ningún intento dio resultado. Hasta que Francisca señaló:
- Miguel – señalo la pequeña – no puedo con mi mochila…
- Yo tampoco – interrumpió Miguel – he intentado varias veces ordenar nuevamente nuestro equipaje, pero ninguna forma me ha dado resultado.
- Creo que debemos de dejar algunas cosas de lado – dijo una pensativa Francisca – Lo importante de todo esto, es continuar… lo importante es cruzar lo más rápido este lugar, porque el calor me está agotando.
- Dices bien Francisca – señaló Miguel – cómo no haberlo pensado antes. Sin duda tendremos que despojarnos de las cosas que si bien nos han servido para llegar hasta aquí, quizás ya no las utilizaremos más. ¡Que gran idea!... con un menor peso en nuestras mochilas podremos caminar más… podremos llegar más lejos… ¡quizás hasta podremos correr!

Los pequeños se animaron a colocar lo más importante en sus mochilas, dejando lo justo y necesario para el viaje. Ni más ni menos, esa era la consigna. Teniendo lo necesario para avanzar y poniendo la mirada en que la vida les ayudará a continuar. Ordenar el equipaje les llevó un par de horas. Ya era mediodía y solo había una misión: avanzar. Llegaron a un acuerdo que se turnarían cada diez minutos quien avanzaba en primer lugar, para así no cansarse y poder discernir bien los lugares que atravesar. El suelo seguía un tanto arenoso, el viento cada vez más cálido por el paso de las horas. A veces era necesario parar, tomar un poco de agua y continuar. Los rostros comenzaban nuevamente a desanimarse, ya sea por la incesante o por el agobiante calor que reinaba. Pero mientras más cansados estaban, más pensaban en la meta, se recordaban del oasis que los sorprendió ayer a media tarde y sonreían de sólo pensar que después de unas horas más algo nuevo los volviera a “despertar”. Dieron las tres de la tarde y al no encontrar un lugar para cobijarse, siguieron caminando y así pasaron un par de horas avanzando sin parar.
En el comienzo del viaje los pequeños habían hecho una promesa de nunca mirar hacia atrás, ni siquiera en juego, pero quien sabe si hubiese animado a Miguel y Francisca en esta oportunidad voltear la mirada para observar todo lo recorrido.

Ya eran las cinco de la tarde y Miguel que iba unos pasos delante de Francisca notó que el suelo poco a poco comenzaba a tomar un color verde. En medio de la arena, había una que otra huella de pasto. Esperó a que su hermana lo alcanzara y le señaló la buena nueva. Se sacaron los zapatos y comenzaron a correr, de un momento a otro olvidaron su cansancio. El paisaje de nuevo los había reanimado, ayer con el oasis, más hoy con un verde paraje que comenzaba lentamente a aparecer. Comenzaron a correr, a sentir de nuevo la brisa que había en el bosque, a sentir ese aroma…

De pronto de la nada apareció el temible viejo creador de tantos engaños y mentiras que reinaba en la soledad del bosque. Los niños de solo verlo se inmovilizaron, bajaron la mirada, cerraron los ojos al ver que el viejo se les acercaba. Pensaban entre sí que de alguna forma iban a salir de este problema, pero al ver que el viejo y sus mascotas se acercaban rápidamente hacia ellos temieron lo peor. Se aferraron a sus mochilas, resguardando con su vida el preciado equipaje. Ojos cerrados sentían los acelerados pasos del viejo y de sus mascotas, ojos cerrados que pensaban en qué hacer, oídos que de pronto escucharon un sonido en las copas de los árboles. Algo imposible porque el verde paraje recién había comenzado a aparecer delante de sus pasos. Abrieron los ojos, voltearon la mirada hacia atrás y observaron que sus pisadas habían dejado una verde huella en la arena. Sus pasos en la arena se habían convertido en fresco pasto, en tierna y frondosa vegetación, en altos y variados árboles. Se pusieron en pie nuevamente, escuchando claramente el sonido que provenía desde las copas de los árboles.
Miraron fijamente a sus adversarios, desafiándolos a pelear. Sin embargo de pronto aparece un personaje que se pone delante de ellos y hace huir a estos malignos habitantes. Éste al mirarlos les señala lo siguiente:
- Mi Nombre es Abisay – les señaló con voz potente y amigable - ¡Soy su escudero, vine en ayuda de ustedes, vine a pelear junto con ustedes. Seremos compañeros de viaje, hasta completar el trayecto!

Y antes de tomar la ruta por donde se fueron estos seres indeseados les señaló a los pequeños lo siguiente: “Sigan corriendo, yo los perseguiré y los cansaré hasta derrotarlos”. Y acto seguido les lanzó un añoso papel que recogió Miguel…

Continuará...

(3) Es la tercera parte de la historia

créditos:
Arreglo de la Fotografía: Catalina Lara

domingo, marzo 02, 2008

“En Marcha” (2)

"El paisaje cambia si avanzamos"
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El comienzo siempre es difícil, más en este caso en que los aventureros no sobrepasan la adolescencia. Hay numerosos miedos a vencer, dar el primer paso es complicado y no tentarse con mirar atrás y devolverse a la estabilidad del Padre es una empresa casi utópica. Por esta razón los niños juramentaron que terminarían el viaje. Se propusieron al menos avanzar un par de kilómetros diariamente, aun cuando no tuvieran ni las fuerzas ni las ganar de continuar. Ambos se encargarían de animarse mutuamente, de protegerse como si se tratara de sus propias vidas y de quererse como si el día de mañana ya no se pudieran ver. Pero ante todo, no dejarían de ser niños, caminarían siempre por el bosque imaginándose cuentos, creando personajes y lanzando una que otra piedra al pasar. Acordaron que el mejor se ganaría la manzana más verde y jugosa que el “aprendiz” (por no decir perdedor) pudiera encontrar.
Los pequeños mientras conversaban no alcanzaron a percatar que ya habían recorrido un largo trecho. El diálogo había sido tan mágico que habían olvidado el peso de sus mochilas y los calurosos rayos de sol que asediaban a través de las ramas de los frondosos árboles. Y así continuaron la tarde entre risas, travesuras y una que otra aventura. De pronto comenzaron a notar que el frondoso bosque ya no era tal. Cada vez el verde se mezclaba más con la tierra, y después ésta cada vez más con arena. El verde, las flores ya habían pasado al olvido. De un momento a otro el sol volvió a cansarlos y después de unos diez minutos de caminata el panorama era árido y el cansancio los llevó a tal extremo que se sentaron en medio del desierto reinante. Sol agobiante, viento tibio que no alcanzaba a refrescar sus caras y que además traía consigo arena que se colaba por toda su vestimenta. Desconcertados, desanimados, esa era la apariencia de sus caras. Un sin fin de preguntas merodeaban por la mente de Miguel, un sinnúmero de emociones sentía la pequeña Francisca. A pesar de todo esto conservaban intacto el “equipaje”. El perfume y la flor estaban en perfectas condiciones.
Después de tener una pequeña conversación con su hermana, Miguel se levanta y da la orden de continuar. Al levantarse se cae una hoja de la mochila, el cual la pequeña se percata y se lo entrega. Miguel asombrado señala que al parecer detrás de esa colina los espera algo especial, algo que en tan añoso papel no se logra distinguir. Al retomar la caminata lucían rostros esperanzados, la pequeña sin duda apuraba el paso para descubrir luego dicho lugar. Miguel la seguía un paso más atrás para asi conservar fuerzas y de paso la cautela ya que si al llegar a la colina no veían nada, tener la respuesta adecuada para tal situación. A medida que se acercaban a la cima del monte, aumentaba la incertidumbre. Era como si fueran a perder algo. Si lograban ver lo que en el mapa aparecía, los inundaría una alegría, pero si no hallaban nada, sin lugar a dudas nunca se sabría.
Francisca llegó primero, se detuvo, miro para todo lugar, levanto la mirada al cielo, dejó su mochila a un lado, dio un paso para descender y después de esto se escucho un grito que Miguel no pudo distinguir si era porque estaba en problemas o era de felicidad. Al no ver a su hermana, corrió hasta alcanzar la cima dejando la mochila a un lado y desde ahí realizó un gran salto que solo se detuvo al alcanzar el fondo del oasis.
Solo felicidad al salir del agua, no sin antes haberse lanzado agua entre ambos. Fueron en busca de sus mochilas no sin antes pasar por el puente que estaba sobre el oasis. Ya con caras y ánimo renovado, observaron nuevamente el mapa y pusieron en el lugar que no se distinguía: “oasis”. Dieron vuelta la hoja y encontraron que aparecía el siguiente escrito: “Este es el puente “La Paloma” en cuyos costados existen variadas flores que son producto de la magia del rocío de la mañana. Al estar en ese lugar podrán observar una pequeña muestra de todo lo mágico que puede ser la tierra si se comportan con valentía y logran llegar a visitar y dejar esos regalos a mi amada”.
Ante una arenga tal los niños conversaron largo tiempo, armaron su guarida a un costado del puente, observaron las estrellas, la luna y se quedaron un largo rato en silencio escuchando el viento hasta que conciliaron el sueño.

Continuará...
(2) Es la segunda parte de la historia