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sábado, septiembre 29, 2007

“El Gran Día”

“Antes de llegar al Gran Día tuvieron que vendarse los ojos y caminar confiados, porque solo de esta forma podrían observar por siempre aquella nueva realidad”
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Ya el extravío de los regalos había quedado en el olvido y se embarcaron en un viaje jamás experimentado, que nadie ha visto y que ningún paso ha oído alguna vez en la tierra. Para terminar la historia que comenzó a ser relatada en “Espada y Flor” (escrita el 26 de Junio) debo de señalar que estos dos pequeños ya tienen 3 años más que aquel entonces, Miguel tiene 14 años y la aún pequeña Francisca tiene 11. Cuántas anécdotas y vivencias marcaron este período en donde estuvieron día a día persiguiendo su mayor anhelo, cada hora que pasaba se recordaban que su Padre prometió que volvería. Así se durmieron temprano un día martes que recibía la primavera, el viejo José mantenía encendida la chimenea del living porque se quedaría escribiendo toda la noche ya que el aseguraba que algo grande pronto sucedería. Sin embargo a eso de las 5 de la mañana José no pudo más y durmió por un par de horas hasta que un tibio rayo de Sol iluminó su rostro y no tuvo más remedio que despertarse. Se levantó convencido de que aquel día se rompería la rutina y que cambiaría por siempre el rumbo de sus vidas. Llamó a Miguel y a Francisca al comedor y les dijo lo siguiente:
- Pequeños… bueno no tan pequeños – Dijo soltando una carcajada – tomen su desayuno, no tan rápido pero lo suficientemente a prisa para así aprovechar este día. Después de terminado el desayuno diríjanse donde mismo su Padre les dejó aquel tesoro que ustedes tanto apreciaban hace un tiempo atrás.

Después de haber dicho esto, el viejo José salió de la casa y se dirigió a ese frondoso árbol, se sentó y suspiró, fijo su vista en el cielo, miro la tierra y el pasto que había alrededor y se sorprendió que de un momento a otro los dos pequeños estaban a solo pasos de distancia de llegar a su lado. Ustedes deben de haberse sentido impresionados y buscando una explicación alguna vez así que no les será tan difícil imaginarse los rostros de esta pareja de hermanos. Al llegar los niños se quedaron en silencio y oyeron lo que les dijo el Viejo José:
- Pequeños… bueno no tan pequeños – Dijo el Viejo José mirando con cara de haber dicho un chiste fome – les tengo dos nuevos regalos, quizás no sean tan bellos y nobles como el anterior pero sin duda si lo reciben y siguen las indicaciones los llevará a un lugar que nadie ha visto ni respirado. Tengo dos vendas blancas que debo de ponérselas en sus ojos...
- ¿Pero dónde iremos? – Preguntó un apurado Miguel.
- ¿Eso tiene importancia Miguel? – Replicó Francisca – yo creo que es un paso de confianza que hay que dar, yo creo que el Viejo José se trae algo entre manos, por alguna razón se quedó despierto toda la madrugada… por mi parte… ¡acepto!
- Tienes razón hermana – Contestó Miguel mirando con alegría al Viejo – ¡acepto!

No se imaginan cuántas risas, cosquillas y chistes se produjeron cuando el Viejo les colocó la venda y dieron sus primeros pasos por aquel bosque de infancia que ahora les era desconocido, pero confiable porque era este compañero de mil batallas que los acompañaba a su lado. El viejo José les relataba cada paso describiendo cada flor que se asomaba, cada ave que pasaba por el lado ellos y les contaba lo verde que había amanecido el bosque ese día. Sorprendido también les contó que las nubes iban en la misma dirección que ellos y así fue todo el camino, los niños confiando en sus instrucciones y a medida que aumentaban los pasos caminaban más alegres y confiados. En un momento el Viejo José los hizo detener porque ya no podía mas con el asombroso espectáculo que miraba. Se llevo la mano a la boca como alguien lo hace cuando está asombrado, sus ojos resplandecían y brillaban casi como conteniendo las lágrimas, sin duda suspiró como nunca antes lo había hecho y dijo lo siguiente:
- “Pequeños, Grandes gigantes – comenzó el Viejo José – sin duda fue un honor traerlos hasta acá y que confiaran en mi. Si ustedes creen que ya habían comenzado a vivir, les digo que esto no es nada con lo que les espera la vida... Pueden sacarse sus vendas y mirar al frente”

Los pequeños no lo podían creer, al frente de ellos estaba su mismísimo Padre, el mismo que dijo que una vez volvería estaba a 10 pasos de distancia. Los niños corrieron a abrazarlos, el como buen Padre salió al encuentro de ellos y corrió para así no esperar más tiempo y volver a estrechar de nuevo sus vidas. Hablaron por largo rato en compañía del Viejo José, se rieron pero en un instante su Padre los dejó solos con el Viejo y camino lo necesario para volverlos a mirar y decirles a viva voz que los acompañaran. Los dirigió a un monte, un gran monte, lo necesario como para mirar hacia abajo y observar toda la panorámica del lugar. Nuevamente el Padre se adelantó unos pasos y les dijo la siguiente frase: “Bienvenidos a su nueva Vida”. Los hermanos corrieron y se encontraron con un valle esplendoroso, que había flores de un lado, mucho verde y aves en el cielo. “Esto no es nada” dijo el Padre interrumpiendo así sus atónitas miradas. Llevo sus dos manos hacia su espalda, sonrió y les mostró que sus regalos de infancia habían regresado. En la mano derecha estaba la espada de Miguel y en la izquierda estaba la flor de Francisca. Los niños lloraban de alegría como más de alguno de ustedes lo ha hecho. Los niños no podían creer tanto asombro y de paso tanta verdad, todas las historias contadas y vividas en su vida, en un día se volvían una magnífica y eterna realidad. Al entregarles nuevamente sus regalos le dice a cada uno lo siguiente:
- Estimada y amorosa Francisca – Dijo con un tono dulce el Padre - ¿Ves este campo? Tendrás que ir por cada rincón recuperando la fragancia original que tiene cada flor, esta es la misión que encomiendo para tu vida. Se que nadie más que tu en toda la tierra puede desempeñar mejor esta labor. “Tendrás que llenar de la fragancia original a cada flor que encuentres a tu paso”.
- Estimado y valiente Miguel – Dijo con voz potente el Padre – levanta tu mirada, ese caballo café que viene hacia nosotros será tu segundo elemento de batalla. Tu tendrás que ir por los campos rescatando las vidas que un ladrón se ha encargado de robar durante todo este tiempo. “Tendrás que comportarte con valentía no confiando en lo que tienes en tu mano sino en lo que yo te pueda enseñar”.
- Grandes creaciones – Dijo el Padre como cuando alguien termina un discurso – esa es la misión que tienen hasta el fin de sus días aquí en la tierra, yo puedo acompañarlos perfectamente a los dos, pero para no confundir tanto a los incrédulos, yo acompañaré a Miguel y a ti Francisca te acompañará el Viejo José. ¡Vamos! ¡No hay tiempo que perder!

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Agradecimientos
foto: Felipe Reyes A. http://www.flickr.com/photos/pipenfarina/1435378033

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Andres.. que buen relato, de verdad muy bueno, aun estoy analizando, asi es que no emitire ningun comentario por el momento, pero creo que tiene mucho que entregar.. espero sigas escribiendo articulos para la mente.. motivas realmente para prestar atencion.. bendiciones!...Daniel

Anónimo dijo...

...Que lindo que el padre aun estaba vivo, yo que creia que se habia muerto...
..Demás esta decir que escribes muy lindo y que tus "regalos" se aprecian...

...Yap! Andres, suerte en todo!..

....María José R.