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miércoles, marzo 12, 2008

"En Medio de la Travesía" (3)

"Sigan corriendo, yo los perseguiré y los cansaré hasta derrotarlos"
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Despertar sin duda es un regalo del cielo. Pero para estos pequeños era más que esto. Abrir los ojos, ver el sol radiante de la mañana y que la brisa refrescara sus cuerpos era algo impagable. Se levantaron como quien ha tenido una noche placentera. Se miraron y cada uno ayudó a desarmar la improvisada habitación. Al terminar comieron una que otra fruta, un pan que aun conservaba su frescura y un jugo de manzana que les había preparado su Padre. Un rato de juego, unos minutos de risas, ambos se miraron y señalaron a la vez que ya era necesario partir. Ordenaron su equipaje pero éste ya nos les cabía en sus mochilas. Intentaron una y otra vez pero ningún intento dio resultado. Hasta que Francisca señaló:
- Miguel – señalo la pequeña – no puedo con mi mochila…
- Yo tampoco – interrumpió Miguel – he intentado varias veces ordenar nuevamente nuestro equipaje, pero ninguna forma me ha dado resultado.
- Creo que debemos de dejar algunas cosas de lado – dijo una pensativa Francisca – Lo importante de todo esto, es continuar… lo importante es cruzar lo más rápido este lugar, porque el calor me está agotando.
- Dices bien Francisca – señaló Miguel – cómo no haberlo pensado antes. Sin duda tendremos que despojarnos de las cosas que si bien nos han servido para llegar hasta aquí, quizás ya no las utilizaremos más. ¡Que gran idea!... con un menor peso en nuestras mochilas podremos caminar más… podremos llegar más lejos… ¡quizás hasta podremos correr!

Los pequeños se animaron a colocar lo más importante en sus mochilas, dejando lo justo y necesario para el viaje. Ni más ni menos, esa era la consigna. Teniendo lo necesario para avanzar y poniendo la mirada en que la vida les ayudará a continuar. Ordenar el equipaje les llevó un par de horas. Ya era mediodía y solo había una misión: avanzar. Llegaron a un acuerdo que se turnarían cada diez minutos quien avanzaba en primer lugar, para así no cansarse y poder discernir bien los lugares que atravesar. El suelo seguía un tanto arenoso, el viento cada vez más cálido por el paso de las horas. A veces era necesario parar, tomar un poco de agua y continuar. Los rostros comenzaban nuevamente a desanimarse, ya sea por la incesante o por el agobiante calor que reinaba. Pero mientras más cansados estaban, más pensaban en la meta, se recordaban del oasis que los sorprendió ayer a media tarde y sonreían de sólo pensar que después de unas horas más algo nuevo los volviera a “despertar”. Dieron las tres de la tarde y al no encontrar un lugar para cobijarse, siguieron caminando y así pasaron un par de horas avanzando sin parar.
En el comienzo del viaje los pequeños habían hecho una promesa de nunca mirar hacia atrás, ni siquiera en juego, pero quien sabe si hubiese animado a Miguel y Francisca en esta oportunidad voltear la mirada para observar todo lo recorrido.

Ya eran las cinco de la tarde y Miguel que iba unos pasos delante de Francisca notó que el suelo poco a poco comenzaba a tomar un color verde. En medio de la arena, había una que otra huella de pasto. Esperó a que su hermana lo alcanzara y le señaló la buena nueva. Se sacaron los zapatos y comenzaron a correr, de un momento a otro olvidaron su cansancio. El paisaje de nuevo los había reanimado, ayer con el oasis, más hoy con un verde paraje que comenzaba lentamente a aparecer. Comenzaron a correr, a sentir de nuevo la brisa que había en el bosque, a sentir ese aroma…

De pronto de la nada apareció el temible viejo creador de tantos engaños y mentiras que reinaba en la soledad del bosque. Los niños de solo verlo se inmovilizaron, bajaron la mirada, cerraron los ojos al ver que el viejo se les acercaba. Pensaban entre sí que de alguna forma iban a salir de este problema, pero al ver que el viejo y sus mascotas se acercaban rápidamente hacia ellos temieron lo peor. Se aferraron a sus mochilas, resguardando con su vida el preciado equipaje. Ojos cerrados sentían los acelerados pasos del viejo y de sus mascotas, ojos cerrados que pensaban en qué hacer, oídos que de pronto escucharon un sonido en las copas de los árboles. Algo imposible porque el verde paraje recién había comenzado a aparecer delante de sus pasos. Abrieron los ojos, voltearon la mirada hacia atrás y observaron que sus pisadas habían dejado una verde huella en la arena. Sus pasos en la arena se habían convertido en fresco pasto, en tierna y frondosa vegetación, en altos y variados árboles. Se pusieron en pie nuevamente, escuchando claramente el sonido que provenía desde las copas de los árboles.
Miraron fijamente a sus adversarios, desafiándolos a pelear. Sin embargo de pronto aparece un personaje que se pone delante de ellos y hace huir a estos malignos habitantes. Éste al mirarlos les señala lo siguiente:
- Mi Nombre es Abisay – les señaló con voz potente y amigable - ¡Soy su escudero, vine en ayuda de ustedes, vine a pelear junto con ustedes. Seremos compañeros de viaje, hasta completar el trayecto!

Y antes de tomar la ruta por donde se fueron estos seres indeseados les señaló a los pequeños lo siguiente: “Sigan corriendo, yo los perseguiré y los cansaré hasta derrotarlos”. Y acto seguido les lanzó un añoso papel que recogió Miguel…

Continuará...

(3) Es la tercera parte de la historia

créditos:
Arreglo de la Fotografía: Catalina Lara

4 comentarios:

Anónimo dijo...

me quedé metida con la historia...buena.Te felicito...debbie

Marynapolis dijo...

Gran historia...Y ahora con un nuevo personaje.. mmm ...

Se espera con ansias la continuacion...

Nos vemos ....

Anónimo dijo...

muy buena historia, espero la continuación, besos Gilda

Anónimo dijo...

muy bueno... se espera la 4 ta

Jaime