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domingo, marzo 02, 2008

“En Marcha” (2)

"El paisaje cambia si avanzamos"
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El comienzo siempre es difícil, más en este caso en que los aventureros no sobrepasan la adolescencia. Hay numerosos miedos a vencer, dar el primer paso es complicado y no tentarse con mirar atrás y devolverse a la estabilidad del Padre es una empresa casi utópica. Por esta razón los niños juramentaron que terminarían el viaje. Se propusieron al menos avanzar un par de kilómetros diariamente, aun cuando no tuvieran ni las fuerzas ni las ganar de continuar. Ambos se encargarían de animarse mutuamente, de protegerse como si se tratara de sus propias vidas y de quererse como si el día de mañana ya no se pudieran ver. Pero ante todo, no dejarían de ser niños, caminarían siempre por el bosque imaginándose cuentos, creando personajes y lanzando una que otra piedra al pasar. Acordaron que el mejor se ganaría la manzana más verde y jugosa que el “aprendiz” (por no decir perdedor) pudiera encontrar.
Los pequeños mientras conversaban no alcanzaron a percatar que ya habían recorrido un largo trecho. El diálogo había sido tan mágico que habían olvidado el peso de sus mochilas y los calurosos rayos de sol que asediaban a través de las ramas de los frondosos árboles. Y así continuaron la tarde entre risas, travesuras y una que otra aventura. De pronto comenzaron a notar que el frondoso bosque ya no era tal. Cada vez el verde se mezclaba más con la tierra, y después ésta cada vez más con arena. El verde, las flores ya habían pasado al olvido. De un momento a otro el sol volvió a cansarlos y después de unos diez minutos de caminata el panorama era árido y el cansancio los llevó a tal extremo que se sentaron en medio del desierto reinante. Sol agobiante, viento tibio que no alcanzaba a refrescar sus caras y que además traía consigo arena que se colaba por toda su vestimenta. Desconcertados, desanimados, esa era la apariencia de sus caras. Un sin fin de preguntas merodeaban por la mente de Miguel, un sinnúmero de emociones sentía la pequeña Francisca. A pesar de todo esto conservaban intacto el “equipaje”. El perfume y la flor estaban en perfectas condiciones.
Después de tener una pequeña conversación con su hermana, Miguel se levanta y da la orden de continuar. Al levantarse se cae una hoja de la mochila, el cual la pequeña se percata y se lo entrega. Miguel asombrado señala que al parecer detrás de esa colina los espera algo especial, algo que en tan añoso papel no se logra distinguir. Al retomar la caminata lucían rostros esperanzados, la pequeña sin duda apuraba el paso para descubrir luego dicho lugar. Miguel la seguía un paso más atrás para asi conservar fuerzas y de paso la cautela ya que si al llegar a la colina no veían nada, tener la respuesta adecuada para tal situación. A medida que se acercaban a la cima del monte, aumentaba la incertidumbre. Era como si fueran a perder algo. Si lograban ver lo que en el mapa aparecía, los inundaría una alegría, pero si no hallaban nada, sin lugar a dudas nunca se sabría.
Francisca llegó primero, se detuvo, miro para todo lugar, levanto la mirada al cielo, dejó su mochila a un lado, dio un paso para descender y después de esto se escucho un grito que Miguel no pudo distinguir si era porque estaba en problemas o era de felicidad. Al no ver a su hermana, corrió hasta alcanzar la cima dejando la mochila a un lado y desde ahí realizó un gran salto que solo se detuvo al alcanzar el fondo del oasis.
Solo felicidad al salir del agua, no sin antes haberse lanzado agua entre ambos. Fueron en busca de sus mochilas no sin antes pasar por el puente que estaba sobre el oasis. Ya con caras y ánimo renovado, observaron nuevamente el mapa y pusieron en el lugar que no se distinguía: “oasis”. Dieron vuelta la hoja y encontraron que aparecía el siguiente escrito: “Este es el puente “La Paloma” en cuyos costados existen variadas flores que son producto de la magia del rocío de la mañana. Al estar en ese lugar podrán observar una pequeña muestra de todo lo mágico que puede ser la tierra si se comportan con valentía y logran llegar a visitar y dejar esos regalos a mi amada”.
Ante una arenga tal los niños conversaron largo tiempo, armaron su guarida a un costado del puente, observaron las estrellas, la luna y se quedaron un largo rato en silencio escuchando el viento hasta que conciliaron el sueño.

Continuará...
(2) Es la segunda parte de la historia

2 comentarios:

Andrés Castillo C. dijo...

hola. Bueno me demoré un tanto en actualizar el blog, pero aquí dejé una nueva historia, un nuevo "regalo" como le llamo yo. Espero que les guste, cualquier comentario siempre es mas que bienvenido.

gracias por sus visitas, por sus comentarios, gracias por leerme.

pienso subir la continuacion de la historia el proximo lunes 10 de marzo. eso espero

nos vemos

a n d r é s

Marynapolis dijo...

Hola Andrés:

Desde hace un rato que sigo la historia de estos dos hermanos y de verdad tienes un talento unico para dejar a tus lectores avidos de tu proxima entrega.

Espero con ansias las proximas entregas...

Suerte en todo y nos estamos viendo en la U.